Me acuerdo: Sergio Chejfec
Con el entrañable "Me acuerdo" de Joe Brainard en mente [modelo que Georges Perec y tantos otros siguieron], le pedimos al escritor argentino Sergio Chejfec que compartiera con nosotros algunos de sus recuerdos. Esto es lo que nos envió.
Me acuerdo de las admoniciones de mi padre
Me acuerdo de las máquinas de escribir
Me acuerdo de las fichas de dominó sonando con fuerza contra las mesas de ciertos barrios de Brooklyn durante el verano
Me acuerdo de la voz nasal y las erres arrastradas de Ariel Delgado (Radio Colonia)
Me acuerdo del croar de los coquíes durante las noches de Caracas
Me acuerdo de los martillazos y resoplidos de la calefacción en el invierno
Me acuerdo de golpe de las alas de un pájaro encerrado en un cuarto
Me acuerdo de la voz de Ana María Pardo, de la antigua librería Soberbia, Caracas
Me acuerdo de la voz de Charlie Feiling
Me acuerdo de la deflagración acotada de los fósforos al prenderlos, para encender un cigarrillo
Me acuerdo del silencio ilusorio mientras uno lee
Me acuerdo de los gritos de los vecinos de arriba
Me acuerdo de los intentos vanos de un auto que no arranca
Me acuerdo de la propia respiración cuando uno está desesperado bajo las sábanas
Me acuerdo del silencio de los animales
Me acuerdo del sonido del mar cerca de la costa
Me acuerdo de no entender el idioma que se habla junto a mí
Me acuerdo del mismo rumor maquínico en distintas ciudades
Me acuerdo del grito de los pavos reales frente a mi casa
Me acuerdo del vozarrón de Edgar Bayley, con las manos sobre su boca como innecesario megáfono para que se lo escuche al final del salón
Me acuerdo de nunca estar seguro de lo que se me quiere decir
Otras entradas:
Margo Glantz
Me acuerdo de las admoniciones de mi padre
Me acuerdo de las máquinas de escribir
Me acuerdo de las fichas de dominó sonando con fuerza contra las mesas de ciertos barrios de Brooklyn durante el verano
Me acuerdo de la voz nasal y las erres arrastradas de Ariel Delgado (Radio Colonia)
Me acuerdo del croar de los coquíes durante las noches de Caracas
Me acuerdo de los martillazos y resoplidos de la calefacción en el invierno
Me acuerdo de golpe de las alas de un pájaro encerrado en un cuarto
Me acuerdo de la voz de Ana María Pardo, de la antigua librería Soberbia, Caracas
Me acuerdo de la voz de Charlie Feiling
Me acuerdo de la deflagración acotada de los fósforos al prenderlos, para encender un cigarrillo
Me acuerdo del silencio ilusorio mientras uno lee
Me acuerdo de los gritos de los vecinos de arriba
Me acuerdo de los intentos vanos de un auto que no arranca
Me acuerdo de la propia respiración cuando uno está desesperado bajo las sábanas
Me acuerdo del silencio de los animales
Me acuerdo del sonido del mar cerca de la costa
Me acuerdo de no entender el idioma que se habla junto a mí
Me acuerdo del mismo rumor maquínico en distintas ciudades
Me acuerdo del grito de los pavos reales frente a mi casa
Me acuerdo del vozarrón de Edgar Bayley, con las manos sobre su boca como innecesario megáfono para que se lo escuche al final del salón
Me acuerdo de nunca estar seguro de lo que se me quiere decir
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